Líneas imaginarias

 

Líneas Imaginarías

 

Invited Wacko: Mauricio Angulo S.

La creatividad limitada por líneas

Hace poco me invitaron a visitar una fábrica y estando ahí me llamó la atención que en lugar de tener pasillos, los corredores para visitantes estaban marcados con una línea amarilla pintada sobre el suelo acompañados por letreros que cada 10 metros recordaban que “por su seguridad, debe mantenerse dentro de las líneas amarillas”. Mirando alrededor me di cuenta del estricto apego que otros visitantes le tenían a las líneas amarillas: todos evitaban salirse del camino y lo seguían con la cabeza gacha incluso si éste los obligaba a caminar veinte metros más para llegar a una puerta.

Lo más curioso es que todos aceptaban sin más la regla del camino pintado en el piso. Una simple instrucción y un recordatorio de “qué” y “cómo” era suficiente pero en ninguna parte era evidente el “por qué”. Incluso cuando pregunté cuál eran los “riesgos” de pisar fuera del área pintada nadie me supo dar una respuesta más allá de “es por seguridad” y algunas  miradas incómodas.

Al observar a la gente en sus oficinas he notado que hay a quien también le encanta usar líneas imaginarias en su trabajo, por lo general para crear divisiones y límites igual de imaginarios. En mercadotecnia, por ejemplo, están las famosas líneas que separan el “Above the Line” del “Below the Line” y “Through the Line” para categorizar los enfoques y gastos en medios publicitarios. Así es y siempre ha sido así, pero pocos saben el por qué de esos límites.

Los publicistas también utilizan líneas imaginarias para dividir al “mercado”, tradicionalmente visto como un colectivo de entes predecibles dentro de categorías definidas por sus ingresos, género, nivel de estudios o el número de focos que hay en su casa. Estos criterios también son divisiones inventadas para hacer más simple la gestión de estrategias publicitarias pero solo viven en la mente del publicista, la gente en realidad es mucho más compleja.

Otras líneas, aunque sean imaginarias, pueden ser peligrosas, como la que divide a los “creadores” de los “consumidores” o a los “artistas” del “público”. Estas líneas son peligrosas porque limitan lo que las personas pueden hacer o no. Hasta hace poco parecía que para ser un creador o emprendedor era necesario una especie de investidura o derecho divino, o por lo menos el respaldo de una institución que validara las capacidades de una persona que quería hacer algo diferente.

El poder de estas líneas depende de que la gente crea en ellas y cuando la cultura cambia, las líneas son redefinidas o eliminadas. Con la llegada de la web y la mercadotecnia en medios digitales las líneas de ATL, BTL y TTL ha tenido que cambiar para acomodar esquemas que nunca habían existido; con las redes sociales y los dispositivos móviles hemos llegado al final del mercado de masas, y los publicistas han descubierto que lo único que las personas tenemos en común es que todas somos diferentes.

Uno de los cambios más importantes es que la línea que dividía a los creadores de los que consumidores se ha evaporado: cualquier persona puede ser escritor, fotógrafo, músico, cineasta o emprendedor sin necesidad de pedirle permiso a nadie y puede mostrar su trabajo a millones de personas sin salir de su casa. Todos consumimos y todos producimos, sin importar dónde vivamos, lo que diga el diploma de la escuela o el puesto en el trabajo. Estos días todo se resume a una sola cosa: capacidad.

Para muchos vivir dentro de esas fronteras imaginarias es más simple, porque los límites les ayudan a darle sentido a un mundo caótico y extraño que cambia más rápido de lo que pueden adaptarse, pero para muchos cruzar los límites es algo imperativo para realizar cosas épicas y memorables. El mundo no se detiene porque alguien quiera aferrarse a los límites que una vez lo hicieron sentirse cómodo y seguro.

Aprende a cuestionar los límites para emprender

Hubo una vez que las líneas imaginarias sirvieron como guías, pero con el tiempo se han transformado en cuentos para espantar a la gente sobre la incertidumbre que hay detrás los límites conocidos. Cuestionar de cuando en cuando las razones de un límite es un ejercicio sano, especialmente si esos límites esconden nuevas metas y horizontes. Al final, muchas de esas líneas solo existen en nuestra imaginación.

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