
Google México
Año 2005 / Peso140 Kgm.
Lo recuerdo perfecto, viajando sin parar, pero eso sí en las mejores condiciones: viajero frecuente platino, asientos en Business y orgullos de ser uno de los pocos de esa raza extraña que se desliza por aeropuertos y aviones como si fueran su casa.
El orgullo de que se te reconozca desde el check-in, la indulgencia de las salas VIP, el ego a tope cuando eres el primero en pasar al avión- pobres de los demás no saben nada. Entrar al 767 y virar a la izquierda en vez de la derecha mientras uno se da auto palmadas de satisfacción en la espalda:
– “…algo tuve que haber hecho muy bien para merecer esto” – me repetía en la cabeza como mantra Budista con un twist de not be evil y notas capitalistas.
Acomodo la de mano en MI compartimiento personalizado (¡eso de compartir es de clase ostión!), y al ver el asiento de piel 40% más grande de los que están en la parte de atrás del avión, decirme a mi mismo con absoluta e indiscreta sorpresa:
– “Estas personas de las aerolíneas cada vez hacen los asientos más chicos, pero que ratas de callejón!” –
La mente es una herramienta tan extraordinaria de supervivencia, que hacía su mejor esfuerzo por convencerme de que yo y mis 140 kilos estaban bien, solo así todo tenía sentido. El verdadero problema (me decía en intento de soliloquio) eran todos los otros: la inepta aerolínea que por su pobre administración, había tenido que reducir espacio de sus mejores asientos para ahorrar costos; los malvibrosos empleados del aeropuerto, que tienen una agenda secreta para hacernos mierda los viajes…pero en cualquier caso me encontraba frente a mi asiento diciéndome:
– “Estos tipos cada vez los hacen más chicos” – como si cambiar el tamaño de asientos lo hiciese una aerolínea, así, al pedo.
Ahora lo veo en retrospectiva y ojalá mi mente hubiera contestado a mi monólogo pinche del tamaño del asiento diciéndome:
– “No cabe tu cabus por estar obeso querido, nada externo tiene algo que ver…¡gordo!“ –
La conclusión es obvia y hasta trillada, el cambio, el verdadero cambio empieza y termina en cada uno de nosotros. Mi compañero de trabajo, amigo de vida o pareja sentimental no van a cambiar; si deseo causar una diferencia empieza y acaba por mi.
Por supuesto el rol más común y fácil es el de la víctima, pero esta vida no da lugar a eso, nadie organiza juntas secretas monumentales en nuestra contra para que no quepamos en los asientos del avión… esas las coordinamos nosotros solos en la cabeza.
Bajar 60 kilos no es fácil pero pasar la vida cargando a otro Gonzalo…¡imposible!
14 Comments